Entrevista con el autor Jesús Campos García

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Por Isabel Bachiller

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En el día de hoy vamos a tener la suerte de contar en nuestro espacio con el gran dramaturgo Jesús Campos García, quien atesora una carrera profesional abrumadora, colmada de premios y que ha visto cruzar momentos muy variados en la historia de España. Queremos, desde Estamos Leyendo Blog, acercarnos a la persona que está detrás de este gran director de escena y autor teatral entre otras “atribuciones”.

Querido Jesús, es un placer tenerte con nosotros y que nos des la oportunidad de conocer junto a ti, lo que te hace ser quien eres: el irrepetible dramaturgo Jesús Campos García. Si te parece vamos a comenzar la entrevista.

PREGUNTA- Háblanos de Pierdetiempos pintureros, ¿te ayuda en tu proceso creativo dramático? De ser así ¿cómo lo hace?

RESPUESTA- No. Y sí. En principio podría decirse que son compartimentos estancos. Cuando dibujo, dibujo; y cuando escribo, escribo. Pero algo de contaminación sí que se produce en lo que se refiere al proceso creativo. Jugar al teatro (también a la novela) surge de la necesidad de contar algo enfrentando distintas visiones del mundo, en cambio, cuando me dejo llevar por el juego de los colores y las formas no estoy contando nada, solo me detengo (ocupo o pierdo el tiempo) con una disposición más contemplativa. Sin embargo, y como, a la postre, todo tiene que ver con todo, tu pregunta me lleva a advertir que en ambos procesos creativos subyace la misma actitud de búsqueda. Lo que no es un tema menor.

A quien no sepa de qué va esto de los “pierdetiempos pintureros”, le paso el enlace a mi blog, en el que he publicado y seguiré publicando algunos de estos dibujitos:

https://jesuscampos.com/blog/categoria/pierde-tiempos-pintureros/

P- En una de las entradas de tu blog comentas que tus mejores trabajos partieron siempre de una ocurrencia inconveniente. Acláranos esto Jesús, se requiere de coraje para hacer algo tan bueno desde la inconveniencia.

R- Todo acaba siendo memoria. Lo que hemos vivido, lo que hemos observado, lo que nos contaron, lo que leímos: sabiéndolo o no, lo vamos almacenando en ese enorme archivo; y a la postre, ese va a ser el material con el que construiremos nuestra obra. Son informaciones que permanecen inertes (inactivas, inmóviles, sin vida, según el diccionario de la RAE), hasta que, por motivos que no sabría explicar, dos ideas inconexas entran en contacto y salta la chispa. Antiguamente, a esta asociación de ideas se le llamaba inspiración. Asociación que cuando es razonable da como resultado una obra razonable; pero que cuando es incongruente, disparatada, inexplicable… te deja al borde del abismo, y ahí es donde empieza la aventura. Adentrarse por los vericuetos de nuestra realidad interior para averiguar qué historia necesita ser contada es siempre apasionante.

(De mi experiencia personal destacaría: las ratas gigantes junto a Santa Teresa en “Es mentira”, el hombre embarazado y el extraterrestre en “A ciegas”, o las apariciones del frigorífico en “Mundo cruel”. De la novela no hay video, pero de las obras teatrales que cito, podéis ver las grabaciones de su puesta en escena en mi canal de YouTube: https://www.youtube.com/user/jesuscamposgarcia).

Y no se trata de inventar disparates sin ton ni son, sino de estar atentos para detectar los despropósitos que nos interpelan, y en vez de apartarlos por irrelevantes o inconvenientes, tratar de averiguar a qué se debe esa asociación de ideas. Averiguar, es la palabra clave. Y esto me gustaría subrayarlo, porque es lo que me incita a escribir: yo no escribo para reafirmarme en lo que pienso, o en lo que me enseñaron a pensar, sino para averiguar (inquirir la verdad hasta descubrirla, según el diccionario de la RAE).

P- Tu faceta más conocida es la relativa al teatro, ¿cómo es que también escribes poesía? ¿Nació de la necesidad de explorar nuevos horizontes? O es una manera de verter en el papel unas inquietudes más íntimas.

R- Síntesis y/o análisis, sería el dilema. Frecuenté la poesía en mi juventud, cuando, con más anhelos que experiencia, la síntesis poética era el modo de expresarme de forma natural. Con la madurez y sus contradicciones, fue la obra dramática (el arte de los conflictos), entre la síntesis y el análisis, el género que más utilicé. Y ahora ya, de mayor, con más experiencia que anhelos, asumo mi papel de abuelito y me pongo a contar historias, por ver, si con más datos, soy capaz de seguir en la brecha valiéndome del análisis.

Otros no sienten de este modo la relación de la edad con los géneros (nada que objetar), pero yo es que lo siento así, ¿qué le voy a hacer?

Y tampoco los géneros por los que transité fueron compartimentos estancos, sino más bien contaminación: la poesía dejó en mi obra posterior (teatro y novela) el gusto por el lenguaje; y el teatro le legó a la novela la complejidad de las tramas y la práctica del diálogo. Un proceso de acumulación que creo haber vivido de forma natural.

P- Vamos al terreno escénico. Entre 1984 y 1989 permaneciste al frente del Área de Teatro del Círculo de Bellas Artes. Durante este tiempo tu trabajo se enfocó en reivindicar la representación de obras de dramaturgos españoles vivos así como la búsqueda de espacios alternativos para la representación teatral. Echando la vista atrás y rememorando aquel legado, ¿qué momento está atravesando el teatro nacional?

R- Tras la censura grosera de la dictadura, llegó la censura líquida de la democracia. O dicho de otro modo: las dictaduras prohíben, las democracias confunden. El poder siempre mantuvo al teatro bajo sospecha. Conoce su capacidad de movilización y trata de mantenerlo bajo control. Por eso ahora que prohibir está prohibido, son muchas y muy diversas las estrategias que utiliza para desactivarlo: fomentar la sobreproducción para diluir la carga crítica, promover el teatro pedante (ese que nos aburre pero que nos tragamos porque es cultura), dificultar los discursos incómodos, etc. En un sistema de producción en el que la viabilidad de un proyecto depende de las subvenciones y/o de su programación en los teatros públicos, el control está más que asegurado. Le hemos vendido el alma al diablo.

Como dato positivo diré que entre tanta hojarasca, siguen surgiendo propuestas muy interesantes. Aunque eso sí, solo duran unos días en cartel y si no andas listo acabas perdiéndotelas.

Rememorando mi etapa al frente de los TEATROS DEL CÍRCULO, por la que me preguntas, creo que recogimos el legado del teatro independiente y abrimos el camino para lo que luego sería el teatro alternativo. (En Barcelona ese papel lo jugó la Sala Beckett). Y sí, esos fueron los objetivos, propiciar una dramaturgia que expresara nuestros conflictos y representarlos en espacios no convencionales. ¿Por qué todo aquello quedo en nada? Pues por lo de siempre, porque ni el proyecto ni yo éramos cómodos.

P- ¿Qué recuerdas con más cariño y cuál fue la mayor dificultad de estrenar “7000 gallinas y un camello” en el María Guerrero allá por la década de los 70? Un título así abriría muchas bocas.

R– Fue una movida muy intensa. Para que te hagas una idea: cuando salimos a representarla en Valencia y Zaragoza, de avanzadilla íbamos unos quince técnicos con cuatro camiones: uno con la escenografía, otro con las jaulas, otro con las gallinas, y otro con el camello (que aunque no salía a escena, lo utilizábamos para la promoción); y unos días más tarde llegaba el autocar con los actores y actrices, la orquesta de cámara y el grupo de rock. Si a esto le sumas el incendio del Teatro Español unos días antes del estreno, entenderás que el tema da para más de lo que puedo comprimirte en esta respuesta.

El Centro de Investigación y Recursos de las Artes Escénicas de Andalucía (CIRAE) editó un libro en el que, junto al texto, el reportaje fotográfico y las críticas (algunas furibundas), cuento, en el cuaderno de bitácora, todo el anecdotario, que fue muy truculento; por más que ahora, al contarlo, resulte divertido. (Recomiendo su lectura, sobre todo a los jóvenes, porque les ayudará a entender aquella época. Desde este enlace podéis acceder, si no a toda la información, sí a la más relevante:

https://www.jesuscampos.com/obras-de-teatro/7000-gallinas-y-un-camello.html).

P- Jesús, sabemos que has impartido muchos talleres. Esta es una pregunta de “Máster” ¿Qué es la arquitectura teatral?

R- Supongo que al preguntarme por la arquitectura, me estás preguntando por las estructuras. Es muy común el uso ambivalente de estos términos, pero yo trato de diferenciarlos por preservar “arquitectura” para los edificios teatrales, un tema del que soy bastante friki.

Pero volviendo a lo que entiendo que me preguntas, la estructura de una obra, el armazón que la sostiene, no es otro que el orden en que se explicitan las informaciones. Hay quien la establece antes de comenzar a escribir, la tan cacareada escaleta, pero que a mí me parece nefasta. Si vas a dedicarte a la literatura industrial, entonces sí: pero si tus necesidades son otras… Verás, yo siempre he dicho que escribir es vomitar lo que la vida te indigestó, así que no hay otra que meterse los dedos y vomitar. Y no me veo yo haciendo la escaleta de un vómito.

Otra cuestión es que, partiendo de lo escrito en el primer vuelco, apliquemos los conocimientos del oficio para mejorar su eficacia: a veces introduciendo informaciones como precedentes, a veces suprimiendo las irrelevantes, pero siempre preservando lo que una escritura apasionada tiene de imprevisible. En los pocos talleres que he dado, siempre aconsejé aprender el oficio para luego poder desaprenderlo. Al margen de lo establecido, cada autor debe encontrar por sí mismo el modo de construir sus estructuras. Y digo más, cada obra te exige un modo distinto de abordarla, por lo que continuamente te sientes en precario. Y es precisamente ese desvalimiento lo que hace que escribir sea una aventura.

El convencimiento de que un proceso tan personal ni se debe ni se puede inculcar, tal vez sea la causa de que haya impartido muy pocos talleres. No sé, de algún modo intuyo que enseñar es domesticar y yo creo en la escritura, si no salvaje (que en mi caso sería una sobreactuación), sí algo silvestre.

P- Vamos a cambiar de registro: ¿Qué ha significado para ti poder contar la vida de Martín Jiménez en “Mundo Cruel”? ¿Qué ha “rebañado” este espléndido y peculiar personaje del interior de Jesús Campos García?

R- Nada y todo. Al escribir hacemos “reciclaje de la realidad”. Lo que antes te decía de la memoria. Todo está ahí, no inventas nada, simplemente lo articulas de un modo distinto. Sí es cierto que hay algo muy personal en la selección de lo que archivamos (es lo que nos diferencia), pero, por lo demás, escribimos a partir de los mismos acontecimientos que todos, escritores y lectores, tenemos a nuestro alcance.

En el caso de ¨Mundo cruel”, te diré que no hay nada de autoficción, porque la historia, en su conjunto, nada tiene que ver conmigo, pero ladrillo a ladrillo… todo lo he vivido, lo he observado o me lo han contado. Por eso hablo de reciclaje, porque aunque la obra tenga vida propia, sus acontecimientos ya tuvieron otro uso. Bien es cierto que hay pasajes que son fruto de la invención, y que sin embargo están ahí amalgamados con los que proceden de la vida real. No sé, no tengo la respuesta, salvo si admitimos que también los sueños pertenecen a la vida real. Aun así, hay acontecimientos por los que la obra camina sola, así que habrá que admitir que aunque sea el cocinero el que pone los ingredientes, el guiso se hace solo. Bajo la mirada atenta del cocinero, sí, pero el cocinero ni está dentro del guiso ni tiene por qué hervir.

P- La novela “Mundo Cruel”, como ya hemos tenido ocasión de conocer en Estamos Leyendo Blog, es un crisol surrealista donde se nos antoja casi imposible mantener la cordura durante su proceso creativo. ¿Cómo se consigue armonizar lo absurdo con una coherencia impecable de la trama?

R- Con la verdad. Y dejando que la obra se escriba sola. Escuchándola y dejándola avanzar por donde te lleve su lógica interna. Ser el primer espectador de tu propia obra es un privilegio difícil de alcanzar porque la inercia te lleva a querer formar parte de ella, a explicarte, a justificarte con ella, máxime cuando los materiales con los que la construyes son tan tuyos.

(Cuando escribo sobre este tema siempre me viene a la cabeza lo de no hacerse trampas en el solitario. Y ¿cabe mayor solitario que el de escribir?)

Por eso conviene tener presente la diferencia ente el equívoco y el engaño. El equívoco forma parte del juego. Me encanta jugar, yo creo que si estoy en esto es por generar equívocos con los que poner al receptor a jugar, por ver si con el juego pudiéramos sacar algo en claro. Pero engañar es otra cosa, engañar es organizar las informaciones para que te conduzcan a conclusiones predeterminadas.

Con lo que volvemos a lo mismo: ¿escribes para adoctrinar o escribes para averiguar?

P- Tenemos en estas lides una pregunta común a todo aquel que pasa por aquí y que sin duda nos acerca a la intimidad de la persona. ¿Qué lee Jesús Campos García?

R- Digamos que va por “barrios” y por épocas. Te hago un histórico. “La venganza de Don Mendo” fue mi primera lectura a los nueve años. A los quince, Lorca lo inundó todo. Machado fue siempre mi poeta de cabecera. En aquella época recuerdo haber leído a Thomas Mann, Virgil Gheorghiu, Stefan Zweig, George Orwell, Faulkner y alguno más de los fundamentales. La verdad es que los he olvidado por completo. Debería releerlos.

Entre finales de los 60 y finales de los 80 leía una obra de teatro al día: Valle, Beckett, Jardiel, Osborne, Buero, Ionesco, Nieva, Pinter, Brecht, O´Neill, Ibsen, Miller, y muchísimos etcéteras muy variados, que no le hacía ascos a nada. Leía sin parar, hasta que tuve una experiencia lectora ciertamente traumática: fue como jurado de un premio en el que además me encasquetaron la preselección. Doscientas cincuenta obras en tres meses (y las leí completas), de las que solo unas quince eran aceptables. Buenas, buenas, tres. Y claro, no volví a leer en varios años.

En los 90 vuelvo a centrarme en la novela, “La saga/fuga de J.B.” fue la que más me impactó; también “Juegos de la edad tardía”. Sin olvidar a Cervantes, que siempre estuvo por ahí presente; si bien el Quijote, completo y del tirón, creo no haberlo leído hasta hará unos diez años.

Y bueno, últimamente me ha dado por los audiolibros, más que nada por no ponerme las gafas. Los “Episodios nacionales” (completos) ha sido lo último que me he echado al cuerpo.

P- Jesús, para despedirnos nos gustaría saber si quieres aprovechar la ocasión para aportar algo que no hayamos conseguido “sonsacarte”, contarnos alguna cosa o simplemente dar algún consejo a dramaturgos y escritores noveles.

R- ¿Un consejo? Que no se mueran. Lo peor que le puede pasar a un escritor es estar muerto. Y hay que estar muy atentos, porque aunque pueda parecer infrecuente, ese peligro nos acecha a todos. De hecho, no hay más que ver la cantidad de autores insepultos que siguen publicando porque la fama o el oficio los mantiene, en apariencia vivos, pero que todo lo que escriben ya les nace muerto.

Sí, el oficio y la fama son las dos grandes trampas. El oficio porque puedes llegar a creer que con la técnica se resuelve todo. Y la fama, si la alcanzas, porque puede llevarte a pensar que ya no te queda nada por resolver.

Y sí, que el oficio y la fama están muy bien, pero si con el esfuerzo de conocerlo o de alcanzarla perdemos el anhelo que nos hizo escritores lo habremos perdido todo.

Agradecemos de corazón que hayas tenido el tiempo y las ganas de dedicarnos unos minutos para conocerte un poco mejor y no olvides que las puertas de Estamos Leyendo Blog permanecerán abiertas para ti, siempre. Un abrazo enorme Jesús. Muchísimas gracias.

*Más información sobre el autor: https://www.jesuscampos.com/

*Desde Estamos Leyendo Blog agradecemos su atención y ayuda a Berta Muñoz, de IN Cultura Editorial para gestionar la entrevista y cómo no, agradecemos infinito el mimo con el que nos ha atendido el propio autor, Jesús Campos García. Gracias a todos.


Sobre el autor…

Nació en Jaén (1938). Es dramaturgo, director y escenógrafo. Cuenta con los Premios Lope de Vega (1974), Premio Nacional de Literatura Dramática y Tirso de Molina (2001), entre otros. Fue nombrado Presidente de Honor de la Asociación de Autores de Teatro (Madrid, 2015). Desde 2016 el Premio de Textos Teatrales que convoca la AAT lleva su nombre.

En su teatro propone una mirada crítica hacia la sociedad española, con buenas dosis de humor negro. Ha llevado a cabo una experimentación con distintos lenguajes escénicos y a través de diferentes géneros dramáticos, desde el auto sacramental hasta la comedia, siempre sometiéndolos a una profunda revisión y confrontándolos con la realidad contemporánea. Ahora nos presenta su primera incursión en la novela.

Una respuesta a “Entrevista con el autor Jesús Campos García”

  1. Avatar de Mercedes Utrera

    Magnífica entrevista. Me ha encantado. Gracias y felicidades.

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